Cuando llegamos al C.R.I.E no sabíamos cómo iban a
plantear nuestras prácticas nuestros profesores tutores, ni como íbamos a
reaccionar nosotros ante esta etapa nueva que se abría camino en nuestras
vidas, aunque yo ya había estado en un practicum anterior, ni la preparación,
ni la predisposición es la misma en esa etapa que ahora, tampoco personalmente
eres la misma persona, y no sabes como vas a reaccionar en las dificultades que
se te planteen en el practicum.
Llegamos y desde el primer momento éramos como uno más
de la familia del C.R.I.E.
En cuanto nos pusimos manos a la obra, desde los
primeros días fuimos interactuando en las actividades con los niños, aunque
esas primeras semanas un poco de observadores aprendiendo todo lo que
pudiéramos.
Una vez pasadas las dos primeras semanas de
observaciones, podíamos intervenir en cualquier actividad que se realizara,
tomar decisiones, he incluso dar ideas para mejorar alguna actividad. Es decir
desde el primer momento nos sentimos como auténticos profesores.
Tenemos que dar las gracias a los profesores del
C.R.I.E por darnos tantas posibilidades a la hora de actuar en la práctica
educativa.
El practicum en magisterio es la mejor parte de toda
la carrera, es cuando te das cuenta de lo que es ser profesor de verdad, y
también de que todavía te queda mucho por aprender.
En resumen, que yo desde el primer momento y creo que
mi compañero Oscar piensa igual, no hemos sentido totalmente integrados dentro
del centro, como si fuéramos uno más, desde la interacción con los alumnos,
hasta las reuniones de planificación y papeleo.
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